Nueve años después de su último partido, Román finalmente cerró su ciclo como jugador en «el patio de su casa», como él llama a la cancha de Boca. Una noche repleta de estrellas donde los hinchas xeneizes recordaron los años de gloria y ovacionaron a los campeones de la Scaloneta.
Juan Román Riquelme tuvo la despedida que siempre soñó. En el patio de su casa, como alguna vez llamó a la Bombonera, y rodeado de amigos. Sus ex compañeros en el Boca de Bianchi que ganó todo, viejos socios en la Selección Argentina, Coco Basile, el propio Virrey, Néstor Pekerman y una presencia estelar como la de Lionel Messi. ¿Nombres? Muchos, la mayoría metidos en el corazón de los 55 mil hinchas que llenaron el templo de Brandsen 805, otros no tanto. Y un cierre a pura emoción, con mención a Maradona.
La previa fue matizada con shows musicales, mucha cartelería del nuevo sponsor de la camiseta y el aliento de la gente, que se acercó temprano como si se tratara de un partido por los puntos. En la previa, mientras se sucedían las fotos de quiénes estarían en la tarde de Román, la incógnita era saber si Martín Palermo podía llegar de Sarandí a La Boca para hacer completa la fiesta, tras el encuentro que su Platense le ganó a Arsenal. No pudo ser, hubiera sido la frutilla del postre.
El partido fue una excusa, la chance de reencontrarse con ídolos del pasado y del presente. Lionel Scaloni recibió aplausos cada vez que tocó la pelota. Ángel Di María fue ovacionado incluso por encima de Messi cuando se anunció su nombre. Leandro Paredes jugó de local y se dio el gusto de ponerse por un rato la camiseta que lo vio nacer. A Pablo Aimar también se le regaló un aplauso. Y distinta fue la suerte de Javier Saviola, el único ex River que despertó algún silbido desde la tribuna.
En una noche marcada por la nostalgia, los hinchas volvieron a corear los nombres que llenaron de gloria las vitrinas del club, como Oscar Córdoba, Chicho Serna y Rodrigo Palacio, entre muchos otros. Y hubo tiempo de gritar por Blas Armando Giunta y Sergio «Manteca» Martínez, símbolos de Boca en los años noventa.
El Chelo Delgado y Clemente Rodríguez desbordaban por la izquierda, esperando los pases del 10. Sebastián Battaglia y Hugo Ibarra volvieron a la Bombonera por primera vez tras sus pasos como DTs del primer equipo. Y Fernando Gago metió un gol, pero con la camiseta de la Argentina.
Pero fue la tarde noche de Riquelme, que volvió a ponerse la 10 azul y oro después de nueve años, ahora como exfutbolista. Román jugó para Boca contra la Argentina, capitaneada por Messi, y la pelota corrió más que los jugadores, como era lógico, con algunos muchachos pagando caro el paso del tiempo. Sobre el final entró Agustín Riquelme, el hijo de Román.
El partido tuvo un duelo aparte en la tribuna, entre La 12 y Messi. De movida hubo un pedido de perdón a Leo aclarándole que «en La Boca el es más grande Román» y el resto del estadio entró en la confusión propia de no saber qué canción dedicarle al capitán de la Selección. Por eso tronó mejor el «Fideeeeeo», cuando se nombró a Di María. Pero con el correr de los minutos, desde la tribuna xeneize se insistió para que Messi se pusiera «la de Boca», pedido que chocó una y otra vez contra la corrección indeclinable del rosarino.
Durante el partido, Riquelme recibió, aguantó, tocó y se dio el gusto de meter un gol, con un lindo remate de derecha pegado al palo que podría ser la envidia de cualquiera de los delanteros del plantel actual que dirige Jorge Almirón. Se jugó en serio, sin juegos ni chistes propios de este tipo de encuentros amistosos.
A pesar de que el promedio de edad favorecía ampliamente a los jóvenes y no tanto de la Selección Argentina, el partido terminó quedando con el resultado 5-3 para el equipo de Riquelme, que contó con el apoyo del público. Eso sí, Messi le metió un gol al Mono Navarro Montoya y la Bombonera lo gritó como si fuera propio. Un último guiño a Leo, que pareció divertirse corrido a un lado del protagonismo que acaparaba el 10 de Boca.
Hasta que llegó el pitazo final, para darle lugar a un discurso de Román que puso su foco en la presencia de los tres entrenadores que se acercaron a su homenaje. Todo un mensaje del 10.
Riquelme recordó que Pekerman lo formó de chiquito y le deseó felicidad. A Basile le destacó la facha y su forma de ser. Y a Bianchi lo hizo culpable de que la gente de Boca piense que ganar una Libertadores es algo sencillo, provocando la risa del Virrey y la segunda gran ovación de la noche de parte de los hinchas al histórico DT.
«Yo soñaba de chiquito ser futbolista, quería ser el Beto Márcico, Maradona, Manteca Martínez, y después los tuve de compañeros», recordó Román, con toda su familia mirándolo en un palco. Y tuvo un último gesto para Diego, ese Diego que en su partido despedida hace más de 20 años y en este mismo escenario se puso la de Román: ahora fue Riquelme el que se puso la 10 de Maradona.
Así se fue apagando la noche, con un último agradecimiento a Messi y la invitación a soplar con él las velitas de una torta con los colores de Boca, con motivo del cumpleaños que comparten cada 24 de junio. Y los fuegos artificiales que iluminaron La Boca.
«En este suelo jugó Juan Román Riquelme», decía una pancarta apoyada junto al campo de juego de la Bombonera. El fútbol tiene que estar agradecido.