Eugenia se recibió en Ciencias Políticas pero volvió al campo para armar un tambo de ovejas y elaborar quesos

Ideó el emprendimiento y lo lleva adelante con su padre Daniel Regalado hace más de una década. De octubre a mayo, ordeñan unos 1000 litros de leche por semana y fabrican 4 variedades del alimento en su establecimiento de Bolívar.

24 de septiembre 2023, 17:17hs

“La leche de oveja tiene un sabor muy suave, gracias a la mayor cremosidad que le da su elevado porcentaje de materia grasa, que es casi el doble que la de vaca. Además, al igual que la de búfala y la de cabra, es tolerable para mucha gente que es alérgica a la lactosa, esa es una de las principales propiedades que tiene gracias a sus proteínas”, afirma Eugenia Regalado, quien instaló hace 11 años un tambo de ovejas junto a su padre Daniel.

En el campo familiar, ubicado en la localidad bonaerense de Vallimanca, partido de Bolívar, producen 4 variedades de semiduros (ahumado, pimentón, pimienta negra y clásico)

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El tambo nació en 2012, después de que Eugenia, quien actualmente tiene 35 años de edad, regresara a Bolívar tras egresar como licenciada en Ciencia Política en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y trabajar en el Congreso de la Nación, aunque aclara que nunca llegó a tramitar su título de manera formal.

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Suscribite acáElla dice que, desde un principio, le interesó esa carrera por un interés en la temática. Pero nunca creyó que esa profesión sería su medio de vida. Fue así que, finalmente, decidió volver a Bolívar para concretar este proyecto que siempre estuvo latente en su familia.

De hecho, su padre Daniel se ha desempeñado como jurado de ovinos en varias exposiciones, como la de Palermo, y en 2005 creó la cabaña “Don Atilio” de la raza Pampinta, originada hace unos 50 años en el INTA Anguil por medio del cruzamiento entre Corriedale y Frisona del Este, la cual se importó desde Alemania para la producción láctea.

“Luego de haber trabajado un tiempo en el Congreso, decidí volverme para darle forma a esta iniciativa. Porque siempre hablábamos en mi familia sobre que teníamos la majada de una raza lechera a disposición para producir lácteos, pero que no le sacábamos rédito a esa faceta. Lo que amo a los quesos, era más joven y tenía ganas de hacer un proyecto productivo, fue así que decidí encarar esta idea”, recuerda Eugenia sobre cómo fue su retorno a Bolívar en 2011, cuando tenía 23 años de edad.

Al año siguiente, en 2012, Eugenia y su padre le dieron vida al emprendimiento con unos 60 ejemplares de Pampinta. “Al principio, era una elaboración casera. Pero, en 2013, se montó la fábrica quesera y luego se agregó una cámara. En esta instalación, actualmente se ordeñan entre 150 y 160 animales”, detalla Daniel, de 65 años, quien además se dedica a la producción agrícola y bovina.

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El ordeñe se realiza de octubre a mayo una vez al día, a diferencia de un establecimiento de vacas donde se lleva a cabo dos veces, de manera diaria. “Hay gente que las ordeña igual que a las vacas, pero nosotros preferimos una vez, porque en este caso la diferencia en litros es muy poca y no se justifica el esfuerzo. Ahora están todas las ovejas terminando de tener sus crías y el mes próximo arrancamos”, comenta Daniel.

Por semana, extraen un promedio de 1000 litros, que se traducen en un poco más de 200 kilos de queso, porque el rinde de conversión ronda un 20%. “Por su porcentaje de proteínas y grasas, su rendimiento duplica a la de vaca. Con 5 litros de leche de oveja, hacés un kilo de queso, cuando con la vaca se precisan 10 u 11″, señala el productor.

Eugenia detalla que la productividad depende mucho del estado de las pasturas y de cómo se encuentre el período de lactancia. “Los primeros meses siempre son de mayor volumen y después obviamente empieza a decaer. Ahí también cambian otras cosas: aumenta la grasa y bajan un poco las proteínas de la leche. Pero se mantienen los rindes al incrementarse la grasa, a pesar de que sean menos litros”.

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Los “Quesos Eugenia”, también se comercializan en otras ciudades como Mar del Plata, Pinamar, La Plata, Coronel Dorrego, Bahía Blanca, Olavarría y 9 de Julio.

Envasados al vacío, en formatos de medio kilo, a estos quesos artesanales principalmente los distribuyen en almacenes gourmets, pero no descartan que la comercialización se extienda a alguna cadena de supermercados. Por otro lado, también fabrican la variedad Halloumi para restaurantes.

Un comienzo “a pulmón” y desafíos de cara al futuro

Si bien ellos se especializan en los quesos, Daniel destaca que también pueden elaborarse con éxito otras alternativas en un tambo de ovejas. Por ejemplo, dulce de leche y hasta helados, como ocurre en otro establecimiento de Pehuajó, que se inició con posteridad al de ellos.

Al respecto, comenta que actualmente hay alrededor de 25 tambos de ovinos en la provincia de Buenos Aires. Pero, cuando empezaron, había pocos casos similares.

Por eso, los inicios fueron “bastante a pulmón”, asesorados por técnicos del INTA Anguil y otros especialistas, como una profesora de la Universidad de Lomas de Zamora y tambera en Uribelarrea. Mientras que Eugenia además realizó cursos con un maestro quesero de Lincoln y estudió bibliografía sobre el tema.

«Es un tambo que se maneja sobre pasturas y se les da una ración cuando se las lleva a ordeñarlas, pero nada más. Las ovejas no están encerradas todo el día ni nada que se le parezca”, asevera Daniel. (Video: familia Regalado)

Sobre la modalidad de trabajo, Daniel explica que cuentan con la colaboración de un empleado para algunas actividades puntuales, pero su hija se ocupa del ordeñe y la elaboración de los quesos. “Ella estuvo viviendo 3 años en el campo, después volvió a la ciudad de Bolívar, pero viaja todos los días a realizar su tarea. Mientras que yo me encargo del manejo, la parte sanitaria y el pastoreo. Porque es un tambo que se maneja sobre pasturas y se les da una ración cuando se las lleva a ordenarlas, pero nada más. Las ovejas no están encerradas todo el día ni nada que se le parezca”, asevera.

Eugenia comenta que el ordeñe requiere de unas 3 horas. “Es rápido, ese es el tiempo que lleva con la limpieza incluida. Los días de mucho calor se arranca un poco más temprano, para que las ovejas no se estresen, pero en los primeros meses empezamos entre las 7:30 y 8 de la mañana”.

Si bien destaca que en un tambo de ovejas los gastos son menores que en los de bovinos, Daniel enumera que hay otros desafíos que se presentan ante los vaivenes económicos.

Sobre eso, asevera: “Los números son muy justos, depende mucho del año. La sequía fue muy dura y gastamos más en suplementación. A eso, se suma el alto consumo de energía. Además, los valores a los que se venden nuestros productos no son tan adecuados, porque al ser gourmet tendrían que comercializarse a un precio más elevado, pero por la situación del país no se puede”.

En tanto, comenta que otra dificultad es la importación de genética, por lo cual la selección de las hembras para ordeñar es limitada.

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Por último, a pesar del arduo trabajo diario, los proyectos a futuro no se detienen. Eugenia planea nuevas ideas, e incluso se encuentra asesorando a amigas suyas que quieren instalar un tambo de ovejas en Pringles, para iniciar un camino similar al que ellos transitan hace ya más de una década.

“Hace un tiempo que asesoro a otros que quieran abrir un emprendimiento similar, en ver si tiene factibilidad o no el proyecto, y ahora les doy una mano a estas chicas que quieren abrir este año un tambo en Pringles con una majada de otra raza lechera”, concluye Eugenia, con el mismo entusiasmo que cuando volvió a su ciudad natal para desarrollar el emprendimiento familiar.