Al final del camino, en esta agotadora cuenta regresiva hacia la elección de un Presidente nuevo, los estudios cualitativos dicen que esa emoción agobia a los argentinos sea quien sea su candidato de preferencia. La esperanza y la ilusión no están en ninguna de las respuestas.
18 de noviembre 2023, 05:28hs
La cápsula de la definición política produjo una sintetización oscura que ya ni siquiera incluye la bronca ni el hartazgo. Sólo parece haber quedado el susto y en algunos casos, el horror. Al cambio o a la continuidad. Una encerrona que marcará sin dudas todo lo que pase a partir del lunes, cuando sepamos si es Massa o es Milei. Y cuando sea aún más visible que el ganador gobernará un país roto.
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Pocos especialistas capturan nuestro humor social como Guillermo Olivetto, de la consultora W. Desde marzo, a partir de focus groups, siguió el ánimo de la población describiendo la evolución de los sentimientos que nos produce vivir en la Argentina, en este momento. Su último relevamiento terminó el 2 de noviembre, incluyó ciudadanos de 18 años en adelante, de todas las clases sociales, en una muestra representativa de las principales ciudades del país. Fueron 10 grupos focales de 2 horas cada uno coordinados por sociólogos y antropólogos:
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“Vivir así no es vivir”“Es un día a día, pasan cosas todo el tiempo”“Me preocupa que una noticia es peor que la otra”“A mí me genera incertidumbre mi futuro”“Todo lo que pasó fue raro, estoy mareado, ahora no sé a quién votar”“Tengo miedo”“Estoy decepcionada”“No me gusta A, ni loco lo voto”“No me gusta B, ni ahí lo voto”“Me siento defraudada”“Es indignante lo que han hecho”.
Un trapecista y un ilusionista
Escribió Olivetto: “Para algunos, si gana A ‘se puede descontrolar todo’, y para otros, si gana B, también. Para la inmensa mayoría, la economía del país ‘está mal, y estará peor’, ‘vamos en declive’, ‘no hay precios de nada’, ‘es un desastre’, ‘la pérdida de poder adquisitivo es terrible’ y ‘el año que viene, gane quien gane, va a ser igual o peor’.
Esta semana, el diario El País de España entrevistó sobre nuestra coyuntura y nuestro futuro a Juan Carlos Torre, antropólogo y autor de un libro que consumió toda la política nacional, Diario de una temporada en el quinto piso (en referencia el Ministerio de Economía donde trabajó durante el gobierno de Alfonsín). El reportaje completo es muy recomendable pero hay una respuesta que define sencillamente el estado de situación: “Hoy la Argentina vive un episodio extraordinario: tiene un candidato a Presidente que es un ministro de Economía de la economía inflacionaria y a su rival que invita a dar un salto a lo desconocido, porque su mérito es no haber hecho nunca nada. Es una elección entre un trapecista y un ilusionista que vende la pócima de la felicidad”.
Javier Milei y Patricia Bullrich
Esta realidad es tan evidente que en su cierre de campaña en Córdoba, la frase más contundente del discurso de Milei fue una pregunta: “¿De qué salto al vacío hablan si estamos yendo al infierno?”. El libertario tuvo lo que buscaba en la provincia más antikirchnerista del país: un acto multitudinario y la escolta de Patricia Bullrich como sorpresa de último momento. Esa decisión se gestó en un encuentro que tuvieron a solas el miércoles durante largo rato en el hotel Libertador. Así como lo hizo Mauricio Macri el lunes, la presidenta del PRO fue a la tierra de Milei y no viceversa.
Ese encuentro Bullrich-Milei tuvo también una noticia que no se conoce: volvieron a limpiar las heridas, sobre todo las que se abrieron por la acusación de violencia política en los ‘70, y la campaña sucia que él dice haber sufrido. Ella le retrucó: “Eso se hizo con la Fundación Pensar y esa fundación yo no la uso, la usaba Larreta”. Una acusación grave porque en principio las campañas sucias no están registradas en blanco y se está refiriendo nada menos que al hombre que pensaba poner como jefe de Gabinete. Algo de esto contó Milei en A Dos Voces en su última entrevista antes de la veda.
De esa charla a solas surgió una decisión de impacto político: en los próximos días harán una presentación que firmarán los dos con el objetivo de cerrar la causa penal por calumnias e injurias que ella le inició después de que él dijera en televisión que ella era “una montonera tira bombas, o sea, digamos, ha puesto bombas en jardines de infantes, eh digamos, participaba, era parte de una de una organización terrorista”. Una frase explosiva que quedó enterrada después del acuerdo político entre los dos.
La denuncia es de orden privado así que Bullrich conserva la potestad de pedir su cierre y lograrlo sin mayor trámite judicial. Así será.
Córdoba, una de las claves de la definición
Córdoba, el lugar elegido por Milei (al igual que Macri en 2015 y 2019) es, junto al conurbano bonaerense, el estado clave de esta definición. Es el segundo distrito electoral en cantidad de votantes y ahí el libertario salió primero en las PASO y en la general. Es la tierra donde Macri hizo siempre una diferencia sideral y ahora están en la mesa los electores de Schiaretti y Bullrich, que salió tercera. Por eso, claro, su presencia ayer. Macri decidió en cambio apoyar a LLA desde un estudio de televisión porque a la misma hora que hablaba el candidato libertario, él conversaba con Diego Sehinkman en TN.
La ecuación que resulte del electorado de esa provincia saca el sueño a los dos bandos en competencia. Ya consignamos acá los números de esta disputa pero los cálculos van sumando complejidad: Sergio Massa sueña con llegar a 32 puntos, un objetivo titánico y fantasioso si consideramos que sacó 13.42 en la general y que Alberto Fernández no llegó al 30 en su cómoda elección de 2019. Ahora la meta tiene otros componentes. Sus armadores miran obsesivamente la reserva hotelera en la provincia para pensar ecuaciones con baja participación. Se ilusionan con información turística que habla de 50% de ocupación en las sierras cordobesas. Si va menos gente a votar, la diferencia porcentual entre Massa y Milei podría mejorarles las expectativas.
Hay otras tensiones más ásperas por debajo: el massismo creía haber logrado un trabajo de hormiga con los dirigentes del gobernador electo, Martín Llaryora, además de intendentes y concejales provinciales del peronismo, pero esa mecánica se desintegró a fuerza de llamados del gobernador saliente, Juan Schiaretti y su mujer, la senadora Alejandra Vigo, que no tienen ambigüedad en su rechazo a la opción massista en la presidencial. Ahí hay rencores políticos y personales.
Demasiadas preguntas que recién el domingo empezarán a responderse
El tramo final de la campaña sumó un elemento más de tensión que es también una de las primeras incógnitas de la elección. ¿Serán las denuncias de supuesto fraude el tema del domingo? El apoderado de la Libertad Avanza, Santiago Viola, fue convocado a Comodoro Py por el fiscal Ramiro González después de la presentación desconcertante que hicieron el miércoles. En un escrito firmado por Viola y Karina Milei consignaron maniobras gravísimas -si fuesen ciertas- a manos de la Gendarmería Nacional. Dijeron el 22 de octubre esa fuerza que cambió “el contenido de las urnas y la documentación por otras que modifican en favor del partido gobernante y de Sergio Massa, lo cual altera considerablemente el resultado electoral”. Esto configura, remataron, “un fraude colosal”.
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Viola declaró ante el fiscal que no tienen pruebas, pero que igual había que alertar. El escrito es escalofriante porque afirma todos estos hechos como veraces. Hay que prestar atención a la dinámica de funcionamiento de Victoria Villarruel. Ayer dijo en TN que desconocía con qué elementos habían hecho esta denuncia y que ella no desconfiaría jamás de la Gendarmería. Algo similar sucedió con la privatización de medios públicos: en 48 horas, la diputada nacional electa, Lilia Lemoine, amenazó a una periodista de la TV Pública con que esto iba a suceder. Guillermo Francos, potencial ministro del Interior, aseguró que no era cierto. “Obvio que sí”, respondió Javier Milei en A Dos Voces cuando le consultaron si pensaba privatizarlos. 24 horas más tarde Villarruel aseguró en Verdad Consecuencia que no es una prioridad.
Hay demasiadas preguntas que recién el domingo empezarán a responderse. Estamos en un país que estos días mostró escenas preocupantes de amenazas y violencia por la política. ¿Qué pasará después del resultado? Es un país con un Presidente que no está y una Vicepresidenta que tampoco. Un país en pausa por la definición presidencial con problemas sociales y económicos de escalas trágicas pero sobre todo, urgentes. Un país que no tiene dólares ni para pagar las bananas a Bolivia y Paraguay. Este es el país que nos espera el lunes.