Dos fotos: en la primera están los 78 clubes de ascenso que jugaban entre la Primera Nacional y la Primera D en 2017, cuando comenzó el gobierno de Claudio “Chqui” Tapia en la AFA. En la segunda, esas mismas instituciones en 2024, cumplidos siete años de la gestión del dirigente sanjuanino. Datos: hay 44 escudos (el 56,4%) que ahora están más arriba en la pirámide del fútbol argentino respecto de ese inicio. Subieron al menos una categoría. Es decir, mas de uno de cada dos está mejor que entonces. Más: seis entidades escalaron dos peldaños. Son Barracas Central -el club de los Tapia-, Deportivo Riestra -gerenciado por el abogado Víctor Stinfale-, Platense, San Miguel, Defensores Unidos de Zárate y Liniers. Además, dos clubes ni siquiera estaban afiliadas en 2017 y hoy militan en la Primera C. Pasaron del abismo al profesionalismo en este tiempo: Mercedes y Real Pilar.
Durante los cuatro años de la “gestión Tapia” se hizo todo lo posible -y más- por disminuir los descensos. O incluso abolirlos, como ocurrió en 2020, en plena pandemia. El coronavirus fue la excusa perfecta para que el comité ejecutivo de la AFA resolviera que ningún equipo bajara de categoría durante dos años. Récord mundial. Eso sí, los ascensos, que son el Gordo de Navidad para los clubes de las categorías inferiores, se mantuvieron. De esta manera, en estos siete años hubo apenas 20 clubes que empeoraron su situación deportiva, contando los que estaban en la Superliga, hoy llamada Liga Profesional. O sea, de esos 108 clubes (los 30 de primera más los 78 del ascenso), solo bajó de categoría el 18 por ciento. Y hubo uno solo, Olimpo (Bahía Blanca) que bajó dos categorías. Fueron de un saque: cayó de la entonces llamada Superliga a la B Nacional y de allí al Federal A, sin escalas. Si se tomaran en cuenta sólo las divisiones de ascenso, el número de equipos que perdieron categorías es de apenas 11. Es decir, tan sólo el 14%. Uno de cada siete.
Ni siquiera el club bahiense, una rara avis en esta gestión de torneos multitudinarios, reformas de reglamentos en la mitad de la temporada y ascensos para todos, le saca la mano a Tapia. Más aún, el Aurinegro refuerza su compromiso con las autoridades actuales. “Nosotros siempre nos hemos sentido acompañados por la AFA en todo aspecto”, dice a LA NACION Alfredo Dagna, histórico (y vigente) presidente del club bahiense. Y agrega, sobre los inicios de la actual gestión del fútbol argentino: “Obviamente, cuando llega al poder un presidente del ascenso tiene otra visión del tema. Esa visión se amplificó hacia los clubes del interior”. El ingeniero recuerda: “Cuando hace 12 años yo estaba en el comité ejecutivo de la AFA y el presidente era Grondona, el fútbol del interior no tenía ningún tipo de participación ni valor. Hoy, en cambio, el fútbol del interior, los torneos regionales, tienen otro dinamismo y otra visibilidad que hacen que el fútbol crezca”.
Dagna, que estuvo en todas las categorías del fútbol argentino para clubes indirectamente afiliados, aboga por los campeonatos XL, a la manera del Mundial de 48 equipos que instaurará la FIFA a partir de 2026: “El hecho de que muchos equipos del ascenso tengan algún tipo de participación dentro de la Primera Nacional o la Liga Profesional es un poco el corolario de una gestión de un presidente que, obviamente, proviene de ese sector. Le doy la bienvenida a que eso sea así. En un fútbol más participativo también se logran buenos torneos. Yo celebro que se haya abierto un poco la posibilidad a que mayor cantidad de clubes tengan acceso a jugar en niveles más importantes. Eso hace que el fútbol en su conjunto crezca”, concluye el dirigente bahiense.
La plataforma política que propulsó a Claudio “Chiqui” Tapia hacia la presidencia de la AFA se llamó “Ascenso Unido”. Nació en 2016, con un objetivo mucho más humilde que ser el trampolín para que sus clubes treparan en la pirámide del fútbol argentino. La meta era la subsistencia: hacía siete meses que no cobraban el dinero que les correspondía por el contrato de TV. “Peleábamos por no desaparecer. El primer hashtag fue #NoMatenAlAscenso. Y estábamos Fabián Lovato (San Telmo), Martín Camarero (Brown de Adrogué) y yo”, recuerda Daniel Ferreiro, ex vicepresidente de Nueva Chicago y presidente de la mesa de la Primera Nacional.
En medio de aquella lucha surgió el nombre de Tapia para representarlos. “Nos dimos cuenta de que era el candidato natural. Era el mejor de todos nosotros. Estaba en el comité ejecutivo de la AFA y tenía ascendencia sobre todos los clubes del ascenso. A él se le suma la llegada de Pablo Toviggino al Consejo Federal y juntos arman una sociedad perfecta”, agrega Ferreiro, alias “Topadora”, quien con Tapia en el poder ofició como vocero del presidente de la AFA. Toviggino, rosarino de nacimiento y santiagueño por adopción, es aliado de Tapia, tesorero de la AFA y el principal dirigente del Consejo Federal. Es el responsable del Torneo Federal A, la competencia más importante del fútbol del interior, indirectamente afiliado a la AFA. Los votos del interior, sumados a los del ascenso, le garantizan la gobernabilidad permanente al caudillo de Barracas.
“Queríamos un fútbol más justo y con más protagonistas”, agrega Ferreiro, ex dirigente del Torito. “Soñábamos con un fútbol más inclusivo y muchísimo más federal. Y en lo deportivo lo conseguimos: las definiciones de los campeonatos son apasionantes y significan un crecimiento. Todo crecimiento genera dolor: antes ascendían y descendían los mismos. Ahora es más dinámico”, completa Ferreiro.
Y aporta otra visión: “Hay que mirar un poco más allá. La selección, el fútbol femenino, las categorías promocionales, el Federal. Ahora puede ascender y descender cualquiera, no como cuando nosotros llegamos. El saldo será muy positivo, porque todos son protagonistas. Y Tapia gobierna para todos por igual. ¿Qué le hace perder competitividad al fútbol argentino? ¡El tipo de cambio! No la organización de los torneos. Hay muchísimos sectores a los que no les conviene este tipo de torneos. Porque les es más redituable que se mantenga el statu quo anterior, que ganen los de siempre. Esta AFA exporta jugadores, trae dólares y gana torneos. No le pidamos al fútbol lo que no le pedimos al país”, reclama.
Decisiones polémicas y torneos XL
El “dinamismo” de los torneos del que habla uno de los fundadores de Ascenso Unido se traduce en polémicas decisiones deportivas. A lo largo de estos siete años de “gestión Tapia”, la AFA resolvió cambiar varios reglamentos a mitad de camino. La primera vez, por caso, fue en diciembre de 2018. El presidente llevaba apenas año y medio en el cargo. Y su equipo, Barracas Central, se había ido al receso tras la primera rueda de la B Metropolitana como escolta del líder, Estudiantes de Buenos Aires. Como todas las categorías del fútbol de ascenso dependen del comité ejecutivo de la AFA, basta un comunicado oficial para modificar el reglamento. En la Liga Profesional, en cambio, precisa de una Asamblea. Así, y por decreto, la segunda categoría del ascenso -y tercera del fútbol argentino- pasó a tener cinco ascensos en vez de dos. Uno de ésos, por supuesto, fue para Barracas Central, que saltó a la Primera Nacional al finalizar la temporada. Fue una situación inédita y escandalosa, que ningún club afectado objetó: todos aspiraban a quedar dentro de ese grupo de cinco ascendidos. Tapia había cumplido dos años de mandato. Números redondos.
Dos años después, en 2020 y con la pandemia del coronavirus como excusa, la AFA resolvió suspender todos los descensos por dos años: no bajó ninguno ni en la 19-20 ni en la 21. La AFA aclaró entonces: “La temporada 19-20 se da por finalizada (…) y quedan sin efecto los descensos por la contundente razón de que no se puede descender a un club que deportivamente no descendió. Tal decisión es extensiva para la temporada 2021, aunque la misma encierra otros motivos igualmente trascendentes: ningún club, ni siquiera la AFA, estará exento de las devastadoras consecuencias económicas y financieras que dejará a su paso la emergencia sanitaria del coronavirus”. La suspensión de la actividad por cuestiones sanitarias justificaba entonces la cancelación de los descensos en la 19-20. Los efectos económicos de la pandemia, en cambio, eran la explicación de los no descensos en la 2021. Los ascensos, en cambio, se ganarían en la cancha cuando volviera la actividad. Y como implicaban “un salto deportivo”, no se suspendían. Todos contentos.
Más acá en el tiempo, el año pasado, la AFA decidió modificar lo escrito para la Liga Profesional, el torneo más importante del fútbol argentino. Lo hizo, otra vez, para suspender un descenso: eran tres -dos por promedio y uno por tabla anual- y quedaron dos. Lo hizo de un día para el otro: convocó a una Asamblea Extraordinaria un lunes para ese mismo jueves. “Estábamos viajando para jugar en el interior y nos llegó el mail. Era ilegal porque no cumplía con el plazo legal y el único punto del orden del día era el tema de los descensos”, cuenta a LA NACION un dirigente que pide anonimato. “Hablamos con un par de directivos de otros equipos y coincidimos en que todo era un mamarracho, un papelón invotable. Sin embargo, llegamos al predio de Ezeiza, volvimos a hablar, y todos estaban de acuerdo en acompañar”, agrega la fuente. ¿Conclusión? Moción aprobada por unanimidad. Así funciona la AFA cuando hay un pedido de Tapia.
Claro que hay excepciones al encolumnamiento. Dos de ellas quedaron explícitas en las últimas semanas: Federico Girotti, delantero de Talleres de Córdoba, explotó tras la eliminación de su equipo de la Copa de la Liga. Y le adjudicó el resultado a la AFA: “Nos quisieron acostar y nos acostaron”, bramó el atacante formado en River en las entrañas del Libertadores de América, tras el empate 2-2 con Independiente. En declaraciones a TyC Sports, agregó: » Todas las boludeces que se vienen hablando, ahí tienen, nos robaron la ilusión. Nos quieren tumbar desde hace varios meses y hoy lo lograron. Nos robaron la ilusión en este fútbol que está tan manchado. Toviggino sale a hablar en la semana de nosotros, de Verón, del fútbol argentino. Parece que acá los cabezas de termo tienen ventaja. Como somos un club ordenado, como les da bronca que estemos bien, así nos sacan”. Al día siguiente, Girotti usó sus redes sociales para pedir disculpas por aquel comentario.
La otra excepción es Estudiantes de La Plata. Su presidente, Juan Sebastián Verón, se enfrentó a Pablo Toviggino (tesorero de la AFA y presidente del Consejo Federal) en un acalorado intercambio sobre los capitales privados en el fútbol. “Nosotros hicimos el Estadio gracias a capitales privados. Hay que ofrecer más alternativas sin que eso signifique vender el club. Que un privado venga a hacer un negocio que le sirva al club, no significa hacer una SAD. El privado tiene que acercarse al fútbol porque el fútbol es popular. Porque es parte de nuestra cultura. Porque hay que transformar vidas. Nos tiene que ayudar eso”, enumeró Verón. Consultados tanto Talleres como el Pincha para esta nota, ninguno de los dos clubes quiso expresarse. Pero están claramente en la vereda de enfrente de la conducción de la AFA.
Si la primera división cambió, el resto de las categorías no podían ser menos. Hubo condonaciones de descensos y modificaciones de acuerdo al paladar de los aliados. Un ejemplo: en octubre del año pasado el comité ejecutivo decidió ampliar la cantidad de equipos de la Primera Nacional: de 37 a 38. Así, el tercer descenso quedaba sin efecto. En esa pelea estaban involucrados San Telmo, Tristán Suárez y Almagro. Los dos primeros, aliados incondicionales del presidente Tapia. Los tres se salvaron…
Por reglamento, la AFA impuso el año pasado una reestructuración de la Primera C y su unificación con la Primera D. Eso redundó en la promoción de muchos equipos desde la última categoría, amateur, a la superior, ya profesional. Hubo todo un corrimiento de equipos que derramó en la Primera B Metropolitana: la categoría recibió para este 2024 a cuatro equipos de la C, a dos descendidos desde la Primera Nacional (Flandria y Villa Dálmine) y le restó a Talleres de Remedios de Escalada (ascendido a la Primera Nacional) y a Ituzaingó (bajó a la C). Tenía 17 equipos y pasó a tener 21. Como el número era impar (nadie se lo cuestionó antes), la AFA lo resolvió con un ascenso por escritorio: Liniers, cuarto en la tabla general de la C y derrotado en el torneo Reducido, saltó de categoría.
Hubo un bonus track, porque la Primera Nacional tomó a otro equipo de la B Metropolitana que se impuso en un torneo reducido por un ascenso. Fue San Miguel, que venció a Douglas Haig (Pergamino) y también se ganó su lugar en la segunda categoría. Así, y para evitar que la B Metro quedara impar y hubiera que dejar libre a un equipo por fecha en la temporada 2024, la AFA emparejó con ¡otro ascenso! Y Sportivo Italiano, sexto en la tabla anual, mejoró su estatus y se transformó en flamante equipo de la Primera B Metropolitana.
Si se toman en cuenta la cantidad de equipos entre la Superliga (hoy Liga Profesional) y la Primera D que había en 2017 y los que hay hoy, la diferencia no es demasiado significativa: hace siete años eran 108, mientras que hoy son 113. Tan sólo cinco plazas de diferencia. Claro que se creó una categoría (Promocional Amateur, con 14 equipos) que no existía y eso empujó la base de la pirámide hacia arriba: la C, primer escalón profesional, tiene 25 equipos. Hace siete años, la divisional cobijaba a 20 escudos y era semiamateur: los jugadores cobraban viáticos.
Los privilegios de ascender
Para los clubes de las profundidades, ascender es una Meca deportiva. El objetivo máximo y la gloria de la pelota. Implica, además del salto deportivo, una mejora económica. Sin embargo, y pese a que en estos siete años se hizo costumbre el agradecimiento en redes sociales cada vez que el presidente Tapia les conseguía un incremento en el canon por los derechos de TV -en cada una de las categorías de ascenso los clubes cobran lo mismo: la torta se reparte en porciones idénticas-, la diferencia entre la Primera Nacional y la Liga Profesional nunca fue tan amplia: el que menos cobra en primera (Independiente Rivadavia y Riestra, los ascendidos) percibe $140 millones por mes. Los clubes de la Primera Nacional recibieron $15 millones en marzo. Es decir, casi diez veces menos. En abril, ese número se recompuso un poco: $21 millones.
Aunque los clubes históricos de la primera división se rebelen contra las desprolijidades y se muestren en público contrarios a un torneo XL de primera del que participan 28 equipos, lo más probable es que pase un buen tiempo antes de que cambie el actual statu quo que gobierna el fútbol argentino. Entre los cambios que sufrió el estatuto en los últimos años, hubo uno que restringió la representatividad de la primera división en la Asamblea, una especie de Poder Legislativo del fútbol argentino. Ya no es más “un equipo, un voto”: sólo están representados 22 de los 28 conjuntos de la elite. Y suponiendo que toda la primera se pusiera de acuerdo para imponer a su candidato a presidente, los votos no le alcanzarían: necesitan 24 de los 46 integrantes del órgano. Si, en cambio, y como viene ocurriendo, el ascenso se mantiene abroquelado detrás de Tapia y, con la ayuda de los grupos de interés (Futsal y fútbol playa, fútbol femenino y ex árbitros, ex futbolistas y DTs), consigue todas las adhesiones de sus miembros, mantiene a un presidente de sus entrañas por los períodos que quiera. Dicho de otro modo: el ascenso, unido, jamás será vencido.