Del gran número de enfermedades para las cuales no hay un tratamiento efectivo, muchas tienen un origen que no es del todo comprendido. Por ello, cada nuevo hallazgo en dicha niebla de conocimiento es todo un hito dentro de la comunidad científica. Eso es lo que ha logrado el investigador peruano Piere Rodríguez-Aliaga.
Rodríguez, doctor en biofísica y actualmente investigador posdoctoral en la Universidad de Stanford, ha identificado un grupo de mutaciones vinculadas a deficiencias en el cerebro. Sin embargo, este descubrimiento podría desentrañar también el origen de enfermedades genéticas que afectan a otras partes del organismo.
Infobae Perú conversó con el especialista sobre los detalles de este nuevo estudio, del cual es coautor principal y ha sido publicado en la prestigiosa revista Science.
Una “máquina” fallida dentro de las células
Dentro de cada célula hay complejos moleculares conocidos como chaperonas, los cuales se encargan de ensamblar las proteínas para que estas realicen diversos procesos biológicos en el organismo, como el funcionamiento de los órganos, los tejidos, las hormonas y el sistema inmunitario.
Rodríguez las compara con “máquinas” por la precisión que deben tener para formar las estructuras de las proteínas.
El año pasado, su jefa de laboratorio, Judith Frydman, fue contactada por un pediatra de la Universidad Técnica de Aquisgrán, de Alemania, para que investigue un caso misterioso: un niño con discapacidad intelectual, convulsiones y malformaciones cerebrales presentaba una mutación genética que afectaba a una chaperona llamada TRiC, la cual ensambla aproximadamente el 10% de todas nuestras proteínas.
No era el único caso. Luego, se reportó que 21 individuos más presentaban mutaciones similares y síntomas parecidos aunque con diversa gravedad, todos sin un diagnóstico definido.
El equipo de Rodríguez demostró que las 22 mutaciones afectaban a distintas partes de TRiC. Asimismo, se aliaron con investigadores de la Universidad de Washington en St. Louis, Missouri, para explorar sus efectos en organismos como las lombrices intestinales, levaduras y peces cebra.
Los científicos descubrieron que cada mutación afectaba de forma distinta a estas especies. En los organismos más simples (levaduras) era letal; en las lombrices, limitaba su movimiento; y en los peces cebra, que sí tienen cerebro, mostraron defectos en el desarrollo cerebral similares a los observados en los pacientes humanos.
“Las consecuencias de afectar el funcionamiento de esta ‘máquina molecular’ (TRiC) se ven reflejadas en el desarrollo del cerebro”, afirma Rodríguez.
“Las mutaciones, dependiendo de qué parte de TRiC afectan, van a tener efectos distintos. Eso explica la diversidad e intensidad de los síntomas que vemos en los pacientes”, explica. Algunos de ellos presentaban además problemas musculares.
Una nueva forma de investigar enfermedades
Ya con el origen de los males neurológicos rastreado, el equipo de Rodríguez, en el laboratorio Frydman de Stanford, se prepara para analizar cada mutación en TRiC con el objetivo de entender cómo causan la enfermedad.
“Conociendo ese mecanismo se puede empezar a diseñar estrategias, como fármacos o terapias, para poder enfrentar estas enfermedades”, sostiene el biofísico.
Esta línea de investigación aún tiene un largo camino por recorrer. Un próximo paso será probar los efectos de las mutaciones en ratones, mamíferos que tienen un parecido genético significativo con los humanos (compartimos uno 90% de los genes).
Según Rodríguez, ya hay un equipo de colaboradores que se encargarán de ese trabajo. No obstante, señala que, al tratarse de seres más complejos, el estudio en ratones podría tomar años.
Así como TRiC, hay aproximadamente otros 500 tipos de chaperonas en cada célula humana (el número exacto varía dependiendo del tipo de célula), por lo que hay una infinidad de posibles mutaciones que pueden alterar diversas funciones de las proteínas en nuestro cuerpo.
Sin duda, el nuevo estudio abre una puerta para una nueva forma de buscar el origen de enfermedades con diagnóstico desconocido.