viernes, 17 enero, 2025
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La novela del verano. Wandagate o amarillismo al palo?

El verano no empezó con altas temperaturas climáticas, pero sí se recalentaron las pantallas y redes con las novedades de Wanda Nara, Mauro Icardi, L-Gante, y la China Suárez. Chats, pase de facturas, acusaciones cruzadas y todos los detalles de una intimidad que ellos han decidido hacer pública, pero a la que los medios dan un tratamiento no solo poco feminista, sino grotesco, en el que lo último que se preserva son derechos. ¿Quién gana? ¿A quién favorece ese abordaje tan amarillista? ¿Quién lo consume?

La novela del verano

El verano, las vacaciones, y poder distraerse un rato más son condimentos claves para seguir esta historia que en pocos días tuvo muchos capítulos. La idea de esta nota no es de ninguna manera abrir la puerta a los detalles, ni mucho menos sentarnos desde un lugar hipócrita para decir que está mal o bien.

Simplemente mientras entendemos que esta historia es de algún modo atrapante para un gran porcentaje de la población, nos animamos a pensar, a cuestionarnos, en el camino de hacer preguntas que nos permitan analizar el rol de los medios desde una perspectiva de género y sin falsa moral, fundamentalmente desde un lugar humano y cercano a todos nosotros.

Cada verano hay una historia o novela que enriquece nuestra curiosidad. Siempre resulta atractivo ver y saber cómo viven otros, cómo es el cotidiano de otros, cómo es la vida de los famosos. Si bien programas como Gran Hermano, o realities de ese tipo son de consumo popular, esa oferta existe o se agranda porque nuestra sociedad ha fortalecido la idea de ser el “observador de desgracias o bonanzas ajenas”. En algunos casos porque esas historias muestran que nadie tiene una vida de sueños, pero a veces porque el recorte que vemos nos muestra todo lo contrario, “es posible vivir a lo grande y hacer lo que queremos”, obvio para eso tenés que ser Wanda Nara.

Amarillismo 4D

La pregunta en la calle del verano es: ¿Sos team China, o team Wanda? Quizá esa es la síntesis del rol de los medios en el abordaje que tiene la noticia.

Esa pregunta además esconde algo que sobrevuela todas las opiniones en los programas que cubren esta noticia: Hay una mala y una buena en esta historia. Como en toda novela, hay un personaje que suele ser mujer, que es la “mala”, la que no quiere la felicidad de la o los protagonistas. La pregunta del verano y la idea de tener elegir un bando induce a que claramente alguna de ellas, Wanda o la China ocupan ese lugar de “la mala”.

Algunas opiniones tanto en medios como en redes muestran que varios comunicadores también tomaron posición al respecto, sugieren frases como: “la China otra vez”, o “Wanda que quiere?”, “Pobre Icardi” “Pobre L-Gante”.

Es evidente que cualquiera de estas frases nos indica una posición sobre la novela. Y decimos novela, no despectivamente sino en especial, porque eligen qué vemos. Puesto que la verdadera historia no es la que conocemos, la verdadera historia solo la conocen los protagonistas. El recorte que nos muestran es un pacto silencioso con los protagonistas, que de algún modo también eligen qué mostrar y cuando.

Desde ese lugar uno podría decir que las críticas, los comentarios, los posicionamientos que hay se los buscan los propios protagonistas habilitando un sinfín de imágenes ya no solo a través de sus redes, sino en entregas a medios que “consiguen “ tal o cual captura de un chat. Lo cierto que eso per se no habilita a la deshumanización del sujeto, a la despersonalización de lo que atraviesan, a la falsa moral o la hipocresía.

Nada autoriza a quienes comunicamos a perder de vista que lo que comunicamos debemos hacerlo de manera responsable y con perspectiva feminista. Desde ya, eso no quiere decir que esta nota tenga por objeto ser una bandera de Wanda o de la China. Muy por el contrario, queremos señalar que se pasan 80% más imágenes de ellas que de ellos, se muestran un 75% más de chats de ellas que de ellos, y se insinúan cosas, casi en un 90% más de ellas que de ellos.

Peor cuando hablamos de responsabilidad, allí solo aparecen los nombres de ellas, para una cosa o para otra. El hecho de ser mujeres ya es suficiente para habilitar allí la mochila de la responsabilidad siempre. Por supuesto ahí aparecen la buena y la mala, según quien cuente la historia.

Ni hablar de las niñeces y adolescentes, que aquí hay varios. Posan, ríen, son parte de esta trama, lamentablemente por decisión de adultos, pero también por una decisión mediática de mostrar cada vez más. En muchos de los abordajes mediáticos se trasgreden por lo menos las más mínimas leyes de preservación de estas niñeces. ¿Es posible contar la historia de otro modo? ¿Es posible lograr la atención necesaria sin el amarillismo que atraviesa esta historia? El desafío de estos tiempos quizá es intentarlo sin caer en lo burdo, la invasión de lo íntimo, y la vulneración de derechos.  Porque en definitiva no solo es lo que contas, sino cómo lo contas, y para qué o para quién.

¿Quién gana?

Es evidente que parte del costo de ser famoso, mediático, popular es que las vidas íntimas o privadas se recortan en momentos que deben ser muy guardadas, puesto que el límite con lo público es difuso. Ahora también es cierto que algunos famosos son expertos en ese ida y vuelta entre lo privado y lo público. Algunos famosos ven en lo público una manera de impulsar su trabajo. En sí mismo no tiene nada de malo. Grandes actores y cantantes a lo largo de la historia han cambiado su nombre o tenido parejas arregladas para mostrar una imagen determinada, y a la vez una imagen que pueda ser redituable. El propio Sandro tuvo amores secretos que necesitaba ocultar por una cuestión de imagen pública.

Hoy esos mecanismos se aceleran, son más profundos, y obvio muchos famosos ven necesario convertir su propia vida en un reality. Vender su vida privada. Vender una imagen que l garantice nuevas contrataciones o una permanencia más destacada en los medios. Vender más sus obras, sus películas, sus trabajos. Ser exitoso viene acompañado de una presión para que siempre hablen de uno, y eso obliga a generar una y otra vez los momentos propicios para mostrar lo que vende. A veces incluso en una dinámica no prevista, y que se va de las manos. Para mantenerse hay que hacerlo. Para facturar, ser top y nunca dejar de serlo, no queda otro camino.

Así ganan todos, los medios, los famosos, y se garantiza un espectáculo que brinda ciertos mensajes necesarios también para este sistema. “Lo tiene todo, pero no es feliz”, “Es feliz porque lo tiene todo”, “Era de barrio y logró ser famoso” “Es posible ser como ellos alguna vez”. Estos mensajes solo buscan que nuestras miradas sobre nuestras vidas comunes no sean tan decepcionantes, pero además que sepamos que en algún momento si hacemos como ellos, nos acercaremos a ellos. Si compramos lo mismo, o repetimos frases o formas. Por supuesto, esto es solo necesario para un sistema capitalista machista y consumista que nos busca esclavos de esos estereotipos, y así tanto famosos como espectadores somos víctimas de la industria del consumo, que ya logró envasar vidas y venderlas, aunque solo sean recortes parciales, o pura ficción.

En fin, quién no soñó ser “Estrellita mía” o la propia “Cenicienta” y que nuestras vidas de pronto sean como en los cuentos maravillosos. Algo de esas imágenes oníricas queda en el aire, y es usado como anzuelo ideal por este capitalismo inhumano. Será un desafío tomar o dejar estas condiciones, mientras tanto, ¿de qué team sos?

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