Pasaron cosas, se autocitaría Mauricio Macri. Al filo de que se venza el plazo para la inscripción de frentes electorales para la elección legislativa de octubre, el PRO aceptó las condiciones que impuso Karina Milei y se dejará absorber por LLA en la Ciudad que fue su cuna y gobierna desde hace casi dos décadas.
Esta suerte de rendición incondicional tiene su contexto, claro. Nacional y local. En el primer ámbito, las coincidencias básicas en torno al rumbo económico y al combate contra el kirchnerismo, que mantiene las primeras minorías tanto en el Senado como en Diputados.
Bajo esa premisa, la gestión de Javier Milei consiguió un respaldo categórico del PRO sin un pacto formal de cogobierno, como pretendía Macri (Mauricio). Peor aún, hasta sumó dirigentes -como los que integraron la fórmula presidencial que los enfrentó en 2023- al Gabinete sin la venia macrista. El mileísmo se fue quedando con todo.
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Esa lógica, más las encuestas y ciertos resultados electorales, hicieron el resto. El triunfo violeta en el comicio porteño adelantado de mayo, con el PRO en el tercer lugar, fue un golpe del que el macrismo no logró recuperarse.
El primer efecto de ese inédito revés amarillo en su epicentro capitalino fue la sumisión para ir junto a LLA en las provinciales bonaerenses de dentro de un mes. Como fuera. Y así fue nomás, con algún desgajamiento interno y mínimos avances en las exigencias iniciales de la hermanísima presidencial.
El mismo método se aplicó en CABA. Con componentes más curiosos aún. Pese a las resistencias de Jorge Macri, el jefe de Gobierno, se avaló la postura de su primo Mauricio -presidente de lo que queda del partido- de ir sí o sí con LLA. En las mejores condiciones posibles.
Así, el PRO desecha la opción de resucitar en el distrito Juntos por el Cambio y se pinta de violeta, a cambio de dos candidaturas “entrables” en la boleta de Diputados (puestos 5 y 6). Para ir al Senado, Patricia Bullrich y otra cara del mileísmo.
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Con desánimo, funcionarios porteños tratan de rescatar que además consiguieron el compromiso de que Nación destrabará los pedidos de créditos internacionales que pretende la Ciudad para obras.
Sería llamativo el cumplimiento de esa promesa. Más allá de la anécdota de que Milei evita siquiera saludar al jefe de Gobierno porteño: el karinismo se ha convertido en la principal oposición a Macri (Jorge) y se propone sucederlo en 2027. En ese objetivo no siempre apela a las buenas artes.
En las próximas horas se develará cómo esta novedad reconfigura la oferta electoral en el distrito. Hacia adentro de la Alianza La Libertad Avanza (sin María Eugenia Vidal, por ejemplo) y, sobre todo, hacia afuera. ¿El peronismo cambiará su estrategia: abre o cierra? ¿Los restos de JxC se animarán a un armado competitivo sin el PRO?
Será interesante cómo será la campaña de dos fuerzas que se enfrentaron con aspereza hace tres meses y ahora van juntas, con una de ellas en “posición dominante” (sic Macri, Mauricio).
Aunque nunca en política algo es definitivo, resulta difícil no inferir que el PRO ha decidido dar un paso más hacia su mínima expresión. Justo cuando desde hace dos años gobierna más provincias y municipios que nunca antes. Toda una rareza.