Mariano Vázquez es físico, egresado de la Universidad de Buenos Aires. “Como muchos de mis compañeros queríamos hacer un doctorado en el exterior, pero Estados Unidos no me atraía, así que me decidí por España”, le cuenta a LA NACION desde su oficina en Barcelona.
Justamente primero desembarcó en la ciudad catalana, después estuvo en otros lugares de España y también en Francia, para finalmente volver a su primer destino para comenzar a trabajar en el Centro Nacional de Supercomputación, el Barcelona Supercomputing Center (BSC-CNS).
“En el 2005 me vine a este Centro, para el que sigo trabajando a tiempo parcial, pero en 2018 armamos un spin-off, ELEM Biotech. Es una start up que lo que busca es acelerar la transferencia de tecnología, atraer inversores, ver si esta investigación se puede transformar en un negocio”, detalla Vázquez. Esto es clave: aunque la investigación pueda llegar al mismo destino, al convertirse en una empresa y buscar propuestas que puedan ser vendidas, los tiempos de desarrollo se aceleran notablemente.
Para promover su desarrollo, en el Congreso de Móviles de Barcelona de este año mostraron su tecnología, capaz de hacer una copia digital del corazón de una persona para analizarlo, evaluar posibles patologías, prevenir enfermedades o simular el envejecimiento para evaluar tratamientos.
“Nosotros usamos una resonancia magnética, son muchos procesos para poder llegar a la creación de este corazón virtual. Además, se piden muchos datos, como edad, altura, antecedentes, si es hombre o mujer. Pero en el Mobile (World Congress, el Congreso de Móviles de Barcelona) hicimos la demostración para que se pueda ver lo que se puede hacer, una recreación digital del corazón”, detalló este físico, que con el tiempo se fue interesando más y más en la biotecnología.
Actualmente, este proyecto está orientado a dos modalidades: ensayos clínicos virtuales, o la más gráfica de crear un corazón digital para simular diferentes situaciones.
“Para los ensayos clínicos, por ejemplo, puedo ver cómo se comportaría este medicamento con mujeres embarazadas diabéticas o para ver si genera arritmia. Entonces creamos una población virtual con esta modalidad, y veo cómo se verían afectadas por esta droga. El segundo ejemplo puede ser más cercano a los pacientes: tu médico te pide una resonancia, pero además pide que creemos un corazón virtual, porque quiere evaluar si necesitás un marcapasos. Puede mirar la resonancia, pero también tiene esto como un elemento de juicio adicional”.
Paso a paso, latido a latido
Aunque el desarrollo ya está listo, no es tan fácil ir a un hospital y que el médico nos recete algo del estilo “creación de corazón digital para evaluación del paciente”. Por ahora.
“La tecnología está, y nosotros podemos hacerlo. Pero hay que ver cómo se va adoptando, para ver si es algo que se empieza a usar en dos años, en menos o más tiempo. Nosotros somos un equipo chico, de 25 personas. Y sí, los 25 tenemos una copia digital de nuestros corazones. Pero si la empresa tuviera 250 empleados seguramente podría hacerse todo mucho más rápido”, explica Vázquez.
Después hay otro tema, más burocrático, pero igual de importante: la privacidad.
“La implementación también tiene otras barreras, porque hay que proteger los datos de los pacientes. Si tu médico pide una resonancia, eso nos tiene que llegar a nosotros no con tu nombre y apellido, sino con un número, para que no sepamos que sos vos. Y después le tenemos que mandar de vuelta ese resultado al hospital o clínica para que tu médico sea el que vea la copia digital de tu corazón”, resume el especialista.
Lo positivo es que no hace falta una supercomputadora como la que usan en el BSC, ya que el poder de cómputo necesario para esto no es tan alto: “Hace unos años quizás hubiéramos necesitado una supercomputadora. Hoy incluso se podrían contratar dispositivos virtuales, hay empresas como Amazon u Oracle que te permiten usar una instancia de una máquina para correr estos casos, y esa instancia vale 5 dólares la hora, es algo accesible y que se realiza directamente en la nube”.