En el discurso presidencial de su primer año de gestión, Javier Milei pareció enfocarse en dos destinatarios centrales: el círculo rojo económico y sus votantes de la segunda vuelta. En ambos casos apeló a la lógica de repasar los logros obtenidos (“hace un año…”), sean verificables o no tanto, y de plantear nuevos objetivos y desafíos hacia el futuro, cercano y no tanto.
Agentes de la economía, las finanzas y el mundo empresarial debieron haber tomado nota menos del balance mileísta de lo hecho hasta ahora como de lo que promete que hará. Fin del cepo, canasta de monedas, reducción y descentralización de impuestos, financiamiento externo (vía FMI o de privados), mayor ajuste del Estado y rigidez fiscal y monetaria en un año electoral fueron algunas de las señales enviadas a ese ámbito de poder. Allí donde Milei suele sentirse más cómodo.
La otra pata en la que el mileísmo suele respaldarse, la porción de la sociedad que lo votó, recibió agradecimiento por el esfuerzo realizado y el compromiso de que esta vez sí valdrá la pena.
Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Federico Sturzenegger le bajó el tono a la promesa de Milei de quitar el 90% de los impuestos
Faltaron anuncios concretos para el común de la gente, pero apeló a la esperanza casi religiosa de un 2025 de crecimiento económico (lógico como rebote de la caída de dos años consecutivos, ¿pero sostenible en el tiempo?), reducción de la inflación y recuperación del poder de compra. La magia de las fuerzas del cielo. O del mercado. Veremos.
Quedan para el cotilleo político los detalles del mensaje y de la puesta en escena. “Los doce apóstoles” que acompañaron a Milei en su lectura grabada en el Salón Blanco de la Casa Rosada. El destaque explícito de la hermanísima Karina. Las preferencias por Luis ‘Toto’ Caputo, Patricia Bullrich y Federico Sturzenegger. Las ausencias del omnipresente asesorísimo Santiago Caputo (hacedor del discurso y detrás de las cámaras) y de Victoria Villarruel (desterrada hace tiempo al Senado). El tiro por elevación a Sergio Massa (sin nombrarlo) y el ninguneo a Cristina Fernández de Kirchner.
Javier Milei prometió más ajuste, libre competencia de monedas y la reducción del 90% de los impuestos nacionales
Tampoco faltaron apelaciones contra la casta y el surgimiento de un concepto que intenta ser superador, el “partido del Estado”, donde agrupa a quienes son criticados o denostados en público por Milei y sus “brazos armados” digitales. Aunque luego en privado negocie con algunos de ellos.
En ese sentido, resultó curioso que el Presidente de la Nación resaltara por cadena nacional la existencia de un delito: “Hace exactamente un año teníamos el nefasto sistema SIRA, que era aprovechado por un grupo de cleptómanos para cobrar coimas en las importaciones”.
Sin denuncias al respecto en la justicia, Milei estaría incumpliendo con el deber de cualquier funcionario público de presentar pruebas e imputar. Alguno de los varios abogados que había en el Salón Blanco y que son parte de su Gabinete podría haberle advertido.