El fenómeno se nota en redes sociales, pero también en las conversaciones diarias entre ciudadanos en distintas provincias del país. Los decepcionados y desencantados con el gobierno de Javier Milei comienzan a hacerse notar al mismo tiempo que juran y perjuran que jamás votarían al kirchnerismo o a los candidatos del justicialismo bonaerense, que, en ocasiones, son lo mismo.
Y, no solo hacia el interior de las fuerzas del justicialismo de Buenos Aires, sino en las listas de La Libertad Avanza, que posee varios candidatos que supieron referenciarse con Sergio Massa.
Ausentismo electoral: a quién beneficia la apatía de los votantes
Pero, las peripecias en el aire de dirigentes que se cambian la camiseta según la conveniencia, siempre existieron y es parte estructural de la famosa «casta» que los libertarios prometieron derrotar.
Lo cierto es que la elección en la Ciudad de Buenos Aires fue el primer gran aviso.
Si se consideran tanto argentinos como extranjeros habilitados para sufragar, se presentó solo un 53,3%. En los últimos años, en elecciones generales, la participación osciló, históricamente, entre el 69 y 85%. Este porcentaje se asemeja a los niveles de participación registrados en provincias que desdoblaron sus elecciones este año, como Santa Fe (55,6%) y Chaco (52%).
Los sociólogos y politólogos, como Carlos Almirón, afirman que «2025 se conocerá como el del sujeto electoral desmovilizado». «Un fenómeno de apatía que se registró incluso en la CABA, el distrito más politizado de la Nación», afirmó. Por el momento, hubo ocho elecciones en diferentes provincias, y las estadísticas enseñan que se perdió un 20% de electores. Personas que prefirieron seguir con su vida de domingo antes que dedicarse a elegir a sus representantes locales.
Para la elección nacional de octubre que inaugurará la votación en todos los distritos de la Boleta Única de Papel donde estarán todos los candidatos habilitados a presentarse, el panorama es muy malo porque no hay encuesta que no registre este fenómeno de apatía electoral y que, fundamentalmente, eriza la piel de la poderosa secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, encargada junto a la familia Menem de la estrategia electoral de La Libertad Avanza.
Un mecanismo que parece conducirse con precisión en la cooptación de candidatos del PRO y, en la conformación de listas con dirigentes que sean fieles al pensamiento y los métodos de los hermanos Milei, pero que perdió la magia que supo despertar el Presidente junto a su compañera de lista, la Vicepresidente, Victoria Villarruel en la pasada elección que los llevó a conducir el Poder Ejecutivo.
Un relevamiento que acercó la firma Analogías para la lectura atenta de «Lule» Menem y Karina Milei, realizado entre el 12 y 14 de julio, con 2.000 casos en todo el país, enseña que el 20,6% de los jóvenes de entre 16 y 29 años de edad y el 20,7%, de los adultos de entre 60 y 74 años, dijeron que no van a ir a votar. Además, el 8,9% del primer segmento y el 9,6 % respondió a los encuestadores que es poco probable que asistan a los comicios.
O sea, cerca del 30% que no quieren ni que le hablen de política y mucho menos de los candidatos y partidos que se presentan.
Otra encuesta, realizada por la firma Rubikon-Intel, con 1.956 casos efectivos, mostró el hartazgo de la población que preocupa a dirigentes de LLA, como Martín Menem que pidió a sus votantes y a los jóvenes riojanos que no se ausenten el domingo de elecciones.
Menem culpó a los gobernadores por el poco interés de la gente por votar: «Llevemos la gente a votar, que no se quede en sus casas, ellos van a intentar que tengamos muy poco público, va poca gente a votar porque ellos tienen el poder en las provincias, tienen el poder del aparato y desmotivan a la gente», afirmó en declaraciones periodísticas.
Los analistas de Rubikon presentaron un estudio con base en su encuesta, en la que prefieren hablar de no ir a votar como un acto político y no como un hecho relacionado con la apatía o la falta de interés en la política.
Incluso entre quienes no votaron, el 59% declara estar interesado en la política. La abstención no es sinónimo de apatía, porque para el 37,2% de los ausentistas, no ir a votar puede ser un acto político en sí mismo; un 41,3% dice que su intención fue «no legitimar a nadie».
«El acto de no votar esconde tensiones profundas entre el deber cívico y la desafección ciudadana. Para un 75% de la población, el voto sigue siendo un deber ciudadano, y un 80,5% afirma que votar es importante. Sin embargo, el ausentismo en algunas provincias superó su promedio histórico y la participación cayó hasta 17 puntos porcentuales respecto de 2021″, consignó el estudio.
El antropólogo Pablo Semán resume con una frase el sentimiento generalizado «hay argentinos exhaustos». Sin embargo, hay otros argentinos, votantes históricos del peronismo y del radicalismo, que encontrarían en la recesiva economía del gobierno de Milei una motivación para ir a votar, en contra del partido libertario.
Javier Milei o Axel Kicillof: ¿quién sale beneficiado por el ausentismo electoral?
En ese sentido, el peronismo bonaerense y el justicialismo provincial, donde las acciones de los gobernadores de ese partido influyen de manera importante en el voto popular, tendrá más incentivos para movilizar a la población a las urnas que los dirigentes libertarios, que están notando mucha resistencia para convencer a ciudadanos que los votaron en 2023 que lo vuelvan a hacer en 2025.
«Cuando los dirigentes de Casa Rosada hablan de 2027, nosotros no comprendemos demasiado bien lo que están diciendo. Primero está 2025 y, hoy por hoy, se está haciendo cuesta arriba volver a enamorar a los desencantados del kirchnerismo para que nos acompañen en las urnas», afirmó un militante de La Libertad Avanza.